Interculturalidad
y multiculturalidad: el dilema de Guatemala
El
autor es corresponsal de Prensa Latina en guatemala. Perspectiva Ciudadana
agradece a Miguel Lozano de Prensa Latina, el envío de este artículo.
Guatemala.- Con una población mayoritariamente indígena,
Guatemala extrapola la dicotomía shakesperiana de "ser o no ser" a
los conceptos de interculturalidad y multiculturalidad, sin conseguir zafarse
la aureola de un país racista.
Los indígenas, en particular los mayas, a partir de quienes
se erigió la identidad nacional y se le reconoce a esta nación en el
escenario mundial, constituyen más del 60 por ciento de los 11,2 millones de
habitantes, pero su condición marginal los convierte en ejes de un complicado
e interminable debate político y social.
Si bien en el panorama guatemalteco la Constitución rechaza
de modo explícito el racismo, la exclusión y el abuso por cuestiones de etnia,
credo o color de la piel, en la práctica la situación es tan añeja y real como
insostenible, y se diluye en teorías e ideologías que pretenden fustigar o
justificar la opresión social.
En entrevista exclusiva con Prensa Latina, la antropóloga
social Irma Alicia Velásquez Nimatuj, defiende que su país es, en esencia,
multiétnico, multirracial y plurilingüe, pero advierte marcadas
diferencias entre multiculturalidad e interculturalidad, acuñaciones que con
frecuencia suelen ser trastocadas.
Velásquez, de origen quiché y parte de la pequeña burguesía
indígena en Quetzaltenango (occidente del país), admite que en el
desarrollo del principal grupo étnico confluyen no sólo la prosperidad
económica y toma de conciencia, sino también divisiones clasistas,
contradicciones, sectarismos reivindicaciones.
"Pueden existir procesos de discriminación dentro de los
mismos indígenas, pero como expresión de clase. Lo que no existe es una
opresión racial de uno hacia otro", indicó al explicar que la burguesía
indígena tiene asalariados, pero no los trata como a indios, no utiliza epítetos
raciales, pues son de igual condición.
Desde su perspectiva, en Guatemala el racismo es generado
desde las élites, no sólo lo produce el Estado, también la gente
poderosa económicamente, y lo que ocurre es que esas cúpulas producen el
racismo y quienes más lo absorben y lo reproducen son las clases
medias, que muchas veces son pobres igual que los mayas.
Aunque negó que prevalezca el racismo entre los propios
mayas, la autora del libro La pequeña burguesía indígena comercial de Guatemala
reconoció que en las clases medias, tanto en colegios como lugares
públicos, se dicen unos a los otros para insultarse "no sean indio",
"ya se te salió lo indio", o "soy pobre, pero no indio".
"El racismo -insistió- viene de las élites, pero en
niveles intermedios se termina reproduciendo el discurso de quien es su
principal opresor". Al profundizar en el tema, Velásquez no descarta la
interculturalidad como es uno de los caminos, uno de los proyectos para
construir una nación diferente, "y no está mal. El problema es ver quiénes
quieren entrar a ella y cuáles son los niveles de conflicto que la
interculturalidad tiene".
En opinión de la doctora en Antropología Social, la
existencia en un mismo escenario de un ladino, un negro y un indígena no
determina que haya interculturalidad en el país, pues se necesita llevar el
concepto incluso a la educación, dentro de la cual no hay espacios para que
armonicen niños mayas y ladinos, garífunas y xincas.
Precisamente, la inaccesibilidad del pueblo maya a una
educación adecuada es la razón de que exista tanta división entre éstos,
"pero provocada desde afuera, pues al no haber educación, cuando alguien no tiene
qué dar de comer a sus hijos y a su mujer no está pensando en procesos
políticos, no está pensando en participación".
Según Velásquez, hay muchos instrumentos legales para poder
revertir la situación y bastara sólo cumplirlos para que los mayas
transformaran considerablemente sus condiciones, sin embargo, "no lo
pueden hacer porque están pensando en cómo comer".
En fincas del occidente del país, como en Quetzaltenango, los
salarios son de 10 quetzales diarios (1,10 ó 1,20 dólares) por jornal para
alimentar a cinco miembros de familia como promedio. "Mientras eso no
cambie, no va a haber participación política real", vaticinó.
Sin embargo, los cambios en la educación guatemalteca, en
lugar de ser ágiles y radicales, se han ido haciendo progresivamente desde
la perspectiva maya, con una cada vez más creciente intelectualidad que
"ha ido tomando poder", copando determinadas instituciones y modificando
algunos textos, "pero nada profundo".
"Pensar en esos cambios profundos va a requerir de mucha
voluntad política de los gobiernos, pero también de mucho trabajo político de
las organizaciones indígenas", aclaró Irma Alicia, quien el pasado año
acaparó los primeros planos noticiosos del país por ser blanco de un
bochornoso escándalo de discriminación racial.
Al ahondar en la multiculturalidad, dijo que es el
reconocimiento de las culturas, pues "en Guatemala existe el discurso de
que éste es un país multicultural, compuesto por cuatro pueblos, y te lo dice
desde el presidente Alfonso Portillo hasta el presidente de la Cámara de
Industria (cúpula privada) o el sindicalista".
Es mucho más que eso, aseguró, en tanto no hay proyectos
claros de construir una multiculturalidad en el país que implique un
reconocimiento mutuo de las culturas, hecho que apenas "está en proceso de
construcción, en proceso de presentación".
El sector privado ladino (el más acaudalado) no quiere
reconocer los Acuerdos de Paz firmados en 1996, "que son los únicos que
reconocen la multiculturalidad del país", indicó Velásquez, graduada de
periodismo investigativo en la Universidad Internacional de La Florida, Estados
Unidos.
Al respecto, coincidió con otros analistas en que la
Constitución de Guatemala no habla de multiculturalidad, de ahí que se le
considere racista y sea imperativo reformarla.
Tras alertar de "serias limitantes" para lograr
abrir con amplitud espacios en los que sea posible hablar de diferencias y
discutir, la investigadora se pronunció por una gran mesa donde "podamos
escuchar a los diferentes pueblos y organizaciones, para avanzar en la
multiculturalidad y, luego, en la interculturalidad".
Entiende, sin embargo, que "no va a ser fácil", en
tanto esta nación centroamericana tiene una serie de discusiones que se han ido
quedando pendientes a través de tiempo y eso está ligado a los
procesos económicos. "Ningún maya te va a decir que este país es
intercultural y multicultural, si se está muriendo de hambre", remarcó.
Si bien negó rotundamente la existencia de un "racismo
al revés", admitió que el problema "tiene que ver con la construcción
del Estado guatemalteco, que se construyó en 1821 con una ideología mirando
hacia Europa, queriendo ser una nación europeizada y queriendo tener todos esos
valores".
En esa concepción de nación el indio estaba en la categoría
más baja y eso explica por qué este país tiene estructuras racistas históricas,
por eso cuando se habla de que los indios son racistas, no podemos serlo porque
nosotros no creamos eso, no creamos las leyes de este país, nunca hemos
dirigido este país.
"Lo que sí podemos ser es discriminatorio", agregó,
al señalar como ejemplo reuniones de mayas en las cuales no aceptan que alguien
de otra etnia participe. "Eso es discriminación, pero como respuesta a
todo el proceso que han venido viviendo los indígenas", fundamentó la
doctora en antropología social de la Universidad de Texas.
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